Una cita en la ciudad (Priv Hayate)

Estuvo pensando en la cita con la señorita Maia todo el día. Afinó detalles para verla en la entrada de la escuela esa mañana. Se preparó, dándose un buen baño, vistiéndose como Amour le mostró, un poco de techwear con algunos arneses sobre sus pechos y otros colgando del pantalón y botas se combate. Ató su cabello en una coleta alta y salió de la habitación con un pequeño regalo en las manos. 

-- Entiendo, yo tampoco bajo mucho, algunas veces lo he hecho con amigos, para comprar ropa, zapatos y algunas veces álbumes de jrock y kpop, me gusta esa música-- comentaba sin pena alguna. Solía ver videos de idols de vez en cuando, le parecían bonitas y talentosas. 

Bueno, ella tenía razón pero -- Mhh será aburrido ir solo-- le comentó. 

— Mhh si, puedo pagar esto y más tarde puedes pagar un helado si quieres— negoció. Él no estaba en contra de dejarla pagar si eso es lo que deseaba, al final, el oni trataba a todos con respeto y como iguales a él.

— Haz hablado con muchos de ellos— dijo alzando las cejas — Te he visto en algunos chats, creo que tus opiniones son muy directas y eso me gustó— comentó — Muchos de los de ahí, no tienen los pies bien puestos en la tierra, me gusta la gente sincera— dijo contento — Es mejor hablar las cosas directamente a andarse con rodeos—

Él la observaba, se había fijado en todos los detalles de ella, el cabello, el maquillaje, el rostro, lo delicadas de sus manos y el aroma de su perfume. Era alguien muy visual y fácilmente impresionable — Doble choco moka suena delicioso— dijo con una risilla. Vio al chico acercarse y ordenó su matcha y su sándwich de pollo.

— Oye, te entiendo, Amour tiene un toque para la moda ¿Sabes? Él también me ayudó a escoger esta ropa, me dijo que no podía seguir vistiendo deportivo y como es un problema encontrar algo que me quede, me enseñó algunas marcas que sirven— dijo orgulloso — Te ves muy bonita así, el estilo te queda—

Alzaba las cejas, dando un par de parpadeos — Oh, para nada, me gustan los reptiles, de niño agarrábamos a las lagartijas en la villa, las hacíamos correr carreras en la tierra heh— comentó, haciéndose un poco al frente, interesado para ver su familiar— Me asustaría más si fuera un murciélago, no puedo con esas cosas, la última vez se metió a mi cuarto el familiar de una chica y me dio mucho miedo sacarlo de ahi— tembló, con un gesto de asco. De verdad le daban un no sé qué.

— ¿Enserio? y eso ¿Cómo pasó?— preguntaba interesado en la plática, claro que era una idealización extraña, pensar que una serpiente podía ser la primera amiga de una chica, pues todos los que entraban a Skytrail recibían a un animal familiar — Eso es bueno, Kosaru y yo tiramos de nuestro cabello cuando ya estamos hartos uno del otro. Es un viejo gruñón y terrible— comentaba. La realidad de su simio es que era malvado, no le caía del todo bien Hayate y tenían una relación amor odio. Además era para nada amable con los demás, siempre jugándoles travesuras y rehusándose a cooperar. No había excepciones a esta regla.

Bueno, tal vez para la gente normal, los murci{elagos no eran gran cosa. Carraspeó, sentándose derechito. Estaba un poco apenado de ser tan grande y tener miedo a esas cosas. Ladeó un poco la cabeza mientras ella bebía — Matcha, en frappé, además el té verde es bueno para la piel— comentaba orgulloso de sus raíces.

Se agachó un poco, extrañado por el gesto, no es que no le gustaran los mimos, al contrario, le encantaba ser tratado con cariño. Sin embargo, era la primera vez que una chica le compartía su popote. Bajó con cuidado a probar la bebida, era extraordinariamente dulce y un poco lejana a su gusto. Apretó los labios — Hace un buen postre— dijo intentando captar mejor el sabor del café — Me agradaría para después de comer— comentó, luego agachándose a comer de su sándwich — Mh..— masticó y luego siguió hablando cubriéndose la boca — De donde vengo, hay un anciano que se dedica a hacer cosas encurtidas— le contaba — Siempre nos regalaba a mí y a los otros niños, sobrantes de lo que hacía, siempre me tocaban las ciruelas— le decía — Pagaría por añadirle unas cuantas a este sándwich jeje, en mi tierra se conocen como umeboshi y a veces la gente cree que es raro que se las ponga a todo pero aaah, ese sabor avinagrado me recuerda a casa— le contaba, luego pasándose el bocado — Puedo decir que es mi comida favorita— añadía con singular alegría, llevándose otra mordida, estas eran grandes y casi se acaba la mitad del sandwich de solo dos.