Evento 1: El Laberinto (Evento Permanente)

La joven monegasca recién había arribado al misterioso colegio del cielo, sumamente emocionada de saber y descubrir todo lo que iba a aprender estando dentro de sus paredes, era como un sueño, estar en lo que creía un cuento de hadas, no podía ocultar su alegría, se movía grácilmente por todo el lugar gracias a su talento en el ballet, desplazándose hasta donde se encontraba aquel gran laberinto en el que le pondrían su primer prueba para poder saber en que lugar habría de ser instruida. -Es increíble, jamás había estado en un lugar así.- Expresaba completamente maravillada por todo.

Le toco su turno para ingresar y prácticamente avanzó con paso confiado, pisadas gráciles primero sobre un ambiente que bien representaba un florido cuadro primaveral, con el sonido de aves y animales, la fresca brisa que movía su cabellera, fue avanzando de a poco por los pasillos hasta que en la siguiente vuelta, al llegar a ese otro escenario era mas cálido e iluminado, justo al centro aparecía un Mink negro, el animalito se puso erguido y observó con interés a la chica rubia que se enterneció al verlo -¡Aaaw que lindo estás!, ¡déjame darte unas palmaditas en tu cabecita!.- Casi se derritió de la ternura pero el mink se dio la vuelta, invitándola a seguirlo al mover su cola.

Ahora el pequeño animal parecía guiarla, las hojas secas crujían bajo sus pisadas mientras continuaban avanzando, Alynne sonriente no ocultaba su deseo de poder cargar al Mink y abrazarlo cariñosamente. Ver aquellos paisajes era sumamente fascinante. -Wow, de un momento a otro todo cambia.- Expresó con sorpresa, enfocando su vista en el Mink negro que ahora resaltaba en aquella blanca nieve que empezaba a visualizarse. -Oh, ahora hace frío.- Justo en lo que parecía que se hacía el clima mas gélido, Alynne se abrazó para proporcionarse calor y fue que el Mink se acercaba a ella bajo sus pies para permitir lo cargara.

Abrazó al pequeño Mink -Eres tan lindo, me quedaré contigo y te voy a querer mucho.- Comentó enternecida con una enorme sonrisa pese al frio que se sentía en ese momento. La rubia continuo caminando hasta encontrar el sendero de la salida donde ya le esperaban para recibirla en la casa que representaba al cálido verano. Ahora tenía que pensar en un nombre para su nuevo amiguito oscuro.

El inicio del ciclo escolar le hizo recordar su experiencia del año anterior y como fue que conoció a su compañera, a su traviesa varita que ahora se encontraba rodeando su cuello mientras la hechicera se encontraba estudiando pero dejó de hacerlo, se fue a su cama dejando a la serpiente blanca sobre su pecho y esta se deslizó juguetona sobre ella.

Cuando llegó a la escuela se acercó al laberinto con cierta curiosidad, vio a su alrededor y empezó a adentrarse en el laberinto, mirando curiosa pero sin acercarse a los demás alumnos antes de empezar a adentrarse en el laberinto sonriendo emocionada mientras caminaba siguiendo su instinto al moverse por el lugar, ni siquiera puso atención a las estaciones cambiantes en su interior, poco a poco se acercó al árbol de los familiares en donde vio a su varita, una lechuza, luego un conejo, un gato e incluso se mostró como un pequeño ratón mientras la seguía, aquello le divirtió un poco pero entonces se encontró en el invierno blanco y allí le vio, un pequeño bulto blanco, acercó su mano a aquel bulto y poco a poco esta tomó su forma volviéndose una pitón albina, apenas y media unos 20 cm cuando se enredó en su muñeca buscando el calor de la hechicera, pues había sido elegida en Hibernus y el frío de la nieve afectaba la forma familiar de su pequeña compañera

En un inicio luego de la unión con ella tuvieron ciertas diferencias pues el sentir la fría piel de la serpiente contra su cuerpo le causaba mas de un escalofrío pues le tomaba por sorpresa y ocasionaba mas de un grito, pero ahora se encontraban completamente acostumbradas una a la otra siendo la serpiente la encargada de ayudarle a mantenerse concentrada al estudiar.

Estar en el bosque de invierno era uno de los lugares favoritos de Zakir. Luego de haber salido de Kashkadar, para emprender su gran viaje hasta llegar a ese mistico lugar. El uzbeko recordó como sucedió justamente la seleccion de su ahora hogar y el día en que conoció a "Kai" a quien curiosamente nombró así por la serie televisiva...


Zakir finalmente se encontraba en aquel lugar, se sonrió confiado para avanzar con los demas presentes a iniciar su primera prueba dentro de ese laberinto. Al adentrarse, lo recibio un clima muy primaveral en aquel sendero lleno de flores, nada sorprendente para él hasta que siguio caminando para encontrarse ahora con un calor mas intenso que el de hace un instante. Malhumorado por la sensacion del calor, tuvo que apresurar el paso, tenía que encontrar pronto la salida.

Las hojas marron empezaron a aparecer en el sendero, seguido de los arboles con hojas marchitas, preparandose para la transicion donde se quedaban solo con las ramas, el clima afortunadamente tambien había cambiado y daba paso a un viento fresco donde remolineaban las hojas. Suavizó la expresion, pues podía suponer que la ultima parte del laberinto sería un paisaje invernal.

Justo en la parte donde iniciaba la blanca nieve, de esta emergía la cabeza de una cobra real negra. El varon por un momento se puso en alerta, esperando no ser atacado. -Que rayos...- La serpiente se le quedó observando, sacando su lengua viperina, se mantuvo interesada, serpenteando entre la nieve con facilidad, hasta que le indicó seguirle y así lo hizo el albino de ojos purpuras hasta que la misma serpiente opto por acercarse a este una vez que terminaron el recorrido.

Zakir al notar que la cobra no le iba a hacer daño, le ofreció su brazo donde se enrosco y luego de salir del laberinto ya lo estaban recibiendo en la casa que representaba el invierno.

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Era consciente de los diferentes métodos para conseguir un animal familiar, pues su padre lo había conseguido ahí mismo en la escuela, pero su madre recogió al suyo de la basura al haberse quedado sin hechicero. Incluso conocía quien había obtenido al suyo por casualidad en su propia casa. Así que Aura estaba expectante de lo que pudiera suceder, pero sin presionarse a sí misma por una historia épica de encuentro. Y la verdad es que encontrarse en el laberinto sonaba muy hermoso.

Era pacífico, ni siquiera corrió al entrar, mirando los animales espectrales, incluso deteniéndose para tocar y oler las flores, dejándose llevar por las diferentes brisas. Su fascinación por las aves la hizo prestar especial atención a un gorrión que cantaba sobre la rama más baja de un árbol. Tenía esa belleza en lo ordinario que tanto le gustaba... Y cuando el pequeño salió volando, Aura se sobresaltó, finalmente acelerando el paso para seguirlo. Ahí estaba el mágico clic, el querer más de esa compañía, la necesidad de no perderlo de vista. 

Una sonrisa de satisfacción le iluminó el rostro mientras perseguía al avecilla por las estaciones, deteniéndose solo cuando él se detenía y le daba espacio de admirar el jardín, como si supiera de antemano que ella deseaba eso. Cruzando el invierno, el gorrión finalmente voló directo a la muchacha, posándose en sus manos extendidas que ya le esperaban. El jardín floreó, el verdor casi brillante de las hojas los rodeó, los olores a tierra y los colores vibrantes de las flores.
- Por supuesto. Tenía que ser en primavera - no podía ser de otra forma.

Por fin después de tanto tiempo de preparación se encontraba ahí. Tras haber surcado aquellos vastos cielos, parecía que las nuevas experiencias sensoriales no se detendrían al menos en un tiempo. Colocó su puño en su pecho mientras tragaba saliva, nervioso y dubitativo de dar un paso hacia adelante aunque aquella fuese la única opción. La selección de casa que definiría su vida estudiantil estaba delante de él en forma de un bello aunque intrincado laberinto lleno de vida, energía y magia. Una vez su pie cruzó el umbral las fragancias florales golpearon su nariz mientras una ráfaga de pétalos le rodeaba junto con el trinar de las aves y los rayos de sol colándose delicadamente en aquel paisaje primaveral. Su compañero curioso, salió de entre sus ropas tímidamente para observar su entorno.

- Está bien Belov... estamos juntos... - susurró en una leve sonrisa mientras se decidía a continuar por aquel sitio. - Siempre hacia la izquierda... - se dijo a sí mismo aunque sabía que no se perdería o más bien, reconociendo que a veces perderse era la mejor manera de encontrarse. Continuó su camino notando como el fresco aroma se hacía cada vez más cálido y sin detenerse, se tornaba en unos tonos rojizos nostálgicos mientras un viento más frío comenzaba a enfriar el ambiente conforme avanzaba. No es que no disfrutara del paseo, pero aun se encontraba algo ansioso y parecía que las cosas estaban sucediendo más rápido de las que el albino alcanzaba a comprender. Y de pronto un frío tal que fue bajando la temperatura al punto de volverse la nieve con la cual estaba tan familiarizado. Su pequeño acompañante comenzó a tiritar a lo que Vinnie le abrazó por encima de sus ropas caminando cada vez con más dificultad entre las ráfagas de nieve que amenazaban con no dar tregua.
- Tranquilo Belov, siento que ya casi llegamos... - murmuró con premura al sentir sus labios secos y su piel fría, sensación que fue disminuyendo hasta el punto de detenerse. Un paso más y en vez de hundirse en la nieve había pisado el verde pasto. Las fragancias poco a poco volvían a arremolinarse a lo que el cambiaformas optó por sentarse al regazo de un árbol de wysteria color rosado que estaba cerca suspirando con agotamiento.

¿Cuánto tiempo había pasado? Una cierta ansiedad se alojó en su pecho al volver al inicio.

- Claro, todo es cíclico... pero... al mismo tiempo me siento como si estuviera... atrapado en ello... -

Entrecerró los ojos. Belov volviendo a salir de su escondite pero esta vez saltando juguetonamente para sentir la calidez de los rayos solares, mientras sin pensarlo mucho comenzaba a brincotear persiguiendo a un par de mariposas blancas que revoloteaban cerca de ellos. Vincent notó de pronto un cosquilleo en su cabeza: de alguna manera se había formado una linda corona de flores blancas y rosas encima de ella. Observó un poco ausente a Belov juguetear despreocupadamente, supuso que esa era la señal.

- Uhm... supongo que aquí debe ser... pero... - quedó unos segundos en silencio. Habían sido demasiadas emociones por un día. - Uhm... ya no importa ahora... presiento que podremos salir si vamos hacia adelante solo que... está bien, al menos disfrutar un poco más antes de eso... - y lentamente cerrando sus ojos, se quedó profundamente dormido.