Post by Hachimitsu Haruhi on Sept 30, 2023 22:29:14 GMT
Si le habrían preguntado, ella habría dicho que su familiar sería una abeja. Era su animal favorito por encima de todos, y sabía que al entrar al laberinto, en alguna parte de éste, le encontraría. Ella iba un poco tarde, por motivos de un problema en su papeleo, pero su ambición y determinación la llevaron a estar parada allí frente a la entrada que marcaría un antes y un después en su carrera en la magia. Intentó resolver el laberinto usando la regla de la mano derecha, pero pronto entendió que la lógica no podía usarse como respuesta cuando se trataba de aquello oculto. Aunque se habría equivocado en ese juicio, pronto se sobrepuso y decidió seguir el instinto y sus sentidos, los colores cambiantes que la llevaban por el recorrido de las estaciones.
Cada parte era más mágica que la anterior, y sentía algo tan natural como ultra-natural en todo eso, algo inexplicablemente primitivo que llamaba al origen de la vida. Haruhi se encontraba de pie, cunado las creaturas comenzaron a tomar forma, y aquella más clara para él se trataba de un cachorro de perro.
––¿Inu? ––Preguntó al aire, confundida, y miró alrededor, esperando encontrarse una abeja en algún lado. Pero esto no ocurrió. El cachorro se rascó su oreja regordeta y algo caída y luego le sacó la lengua mientras jadeaba en una sonrisa amigable, para después pedirle que se acercara a él con una pata. Era irremediablemente adorable.
––Owww, eres un bebé ––Se arrodilló frente al perro y lo abrazó. Olía vagamente a leche y miel. De repente Haru estaba lo más encantada con eso. Era un Ryukyu-Ken, lo sabía. La raza de perro originaria de su tierra, Okinawa, antiguamente el reino Ryukyu. Recibió besos cariñosos del cachorro y terminó cargándolo en su brazos, pero después se soltó para empezar a correr frente a ella.
Juntos, atravesaron las tierras de otoño. Vio a otros estudiantes jugar con las hojas y recorrer las praderas anaranjadas que ofrecía aquel lugar, pero Haru iba derecho a lo que necesitaba, que era terminar ese recorrido. Las tierras nevadas y el frío le calaron en los huesos. Ella era de un clima cálido, pero su varita parecía bastante bien con eso.
––Eres resistente. Es apropiado para mi familiar ––musitó para si, con algo de orgullo. Era algo inesperado, pero a veces lo inesperado termina siendo mejor para ti que lo que creíste te correspondía.
Veía la salida al frente. ¿Qué otras sorpresas la esperarían? Sin duda, estaba ansiosa por descubrirlo.
Cada parte era más mágica que la anterior, y sentía algo tan natural como ultra-natural en todo eso, algo inexplicablemente primitivo que llamaba al origen de la vida. Haruhi se encontraba de pie, cunado las creaturas comenzaron a tomar forma, y aquella más clara para él se trataba de un cachorro de perro.
––¿Inu? ––Preguntó al aire, confundida, y miró alrededor, esperando encontrarse una abeja en algún lado. Pero esto no ocurrió. El cachorro se rascó su oreja regordeta y algo caída y luego le sacó la lengua mientras jadeaba en una sonrisa amigable, para después pedirle que se acercara a él con una pata. Era irremediablemente adorable.
––Owww, eres un bebé ––Se arrodilló frente al perro y lo abrazó. Olía vagamente a leche y miel. De repente Haru estaba lo más encantada con eso. Era un Ryukyu-Ken, lo sabía. La raza de perro originaria de su tierra, Okinawa, antiguamente el reino Ryukyu. Recibió besos cariñosos del cachorro y terminó cargándolo en su brazos, pero después se soltó para empezar a correr frente a ella.
Juntos, atravesaron las tierras de otoño. Vio a otros estudiantes jugar con las hojas y recorrer las praderas anaranjadas que ofrecía aquel lugar, pero Haru iba derecho a lo que necesitaba, que era terminar ese recorrido. Las tierras nevadas y el frío le calaron en los huesos. Ella era de un clima cálido, pero su varita parecía bastante bien con eso.
––Eres resistente. Es apropiado para mi familiar ––musitó para si, con algo de orgullo. Era algo inesperado, pero a veces lo inesperado termina siendo mejor para ti que lo que creíste te correspondía.
Veía la salida al frente. ¿Qué otras sorpresas la esperarían? Sin duda, estaba ansiosa por descubrirlo.